En solitario, pero no mucho…

Muchas veces cuando escuchas hablar de navegación o regatas en solitario, especialmente cuando son largas distancia que te van a llevar meses de navegación en la mar sin tocar tierra ni tener contacto con otras personas, te preguntas, ¿Cómo lo hacen?

La navegación en solitario tiene una fuerte carga espiritual y filosófica, difícil de explicar para alguien que no la ha vivido. El barco se convierte en tu mejor amigo y aliado. Entráis en perfecta sintonía, sois pareja de baile en uno de los escenarios más difíciles en los que se puede bailar. Ella cuida de ti, y tú, cuidas de ella.

Cuando todo vaya bien, te lo hará saber, todo funciona suave, el barco se desliza tranquilo, te encuentras cómodo, bailáis un perfecto vals entre olas y borrascas. También cuando algo falle, o te equivoques, te lo dirá, lo notarás, sabrás que algo pasa. Te va a acompañar al fin del mundo sin dudarlo, mientras tu sepas mostrarle la ruta correcta.

Pero no solo eso, también hay mucha gente a bordo que te acompaña desde la distancia, allá donde estés. Siempre está presente la familia, amigos, colaboradores, empresas… toda la gente que ha aportado su granito de arena, que ha hecho todo esto posible. No importa lo lejos que este de casa, toda esa gente está a bordo de una manera u otra.

Te han ayudado a estar donde estás ahora, en cualquier parte del mundo, luchando por sobrevivir en un mundo hostil con tu pareja de baile, y, de una manera u otra, te siguen ayudando a marcar el camino correcto para regreses a casa.

Nunca estás tan solo…

Joaquín Armengot

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